El Perú está dividido. Para una mitad, el resultado electoral del domingo está OK, mientras que la otra está deprimida, preocupada y se siente noqueada. Unos hablan de ignorantes y otros de ignorados. El mensaje es claro, uno de cada dos peruanos siente que hay chorreo pero que este desafía la ley de la gravedad, porque solo chorrea hacia arriba –el resto está olvidado. ¿Y así queremos construir un futuro común de paz y prosperidad? ¿Qué nos está pasando?
¿Qué democracia tenemos? No cabe duda de que hemos conquistado la dimensión política de la democracia. Hemos acudido a las urnas masivamente el domingo en una jornada electoral ordenada, aceptada por todos y validada por la conducta de votantes y votados. El mensaje de los cinco candidatos ha sido alturado. Las encuestadoras aportaron seguridad y calma al proceso y a los ajustados resultados, convirtiéndose –muy a pesar del JNE– en un baluarte de nuestro sistema electoral. Aunque siempre perfectible, los peruanos hemos forjado la democracia electoral.
¿Pero se agota allí nuestra democracia? No. El resultado del domingo ha sido claro en este sentido: democracia también es igualdad de oportunidades para todos. La inclusión social y la equidad son el rostro de la dimensión económica de la democracia. Y como enseña la ONU, tampoco hay democracia en una sociedad que no garantiza el derecho a tener voz, identidad propia y la manera de ser y de contribuir única de cada uno de sus miembros, porque en democracia la dimensión social de nuestras interacciones es tan importante como la económica y política. No basta, pues, poder votar y contar con una economía en crecimiento, se requiere una cultura de respeto al otro y poder vernos como iguales en nuestra diversidad. Ello supone concebirnos como ciudadanos, sujetos de derechos y deberes, conscientes de compartir un destino y un espacio común. Y quizás esta sea nuestra gran tarea pendiente como sociedad: vernos unos a otros, reconocernos, respetarnos y tolerarnos unos a otros como iguales.
La gran mayoría de peruanos que se sienten olvidados nos han mandado un poderoso mensaje en algunos casos lleno de enojo, frustración y rabia: las cosas no están bien, nuestra sociedad está noqueada. Requerimos hoy más que nunca construir las bases de una sociedad más inclusiva, tolerante y justa. En democracia, ello solo se logra respetando la Constitución, actuando con integridad y valorando el crisol de nuestra diversidad.
¿Qué democracia tenemos? No cabe duda de que hemos conquistado la dimensión política de la democracia. Hemos acudido a las urnas masivamente el domingo en una jornada electoral ordenada, aceptada por todos y validada por la conducta de votantes y votados. El mensaje de los cinco candidatos ha sido alturado. Las encuestadoras aportaron seguridad y calma al proceso y a los ajustados resultados, convirtiéndose –muy a pesar del JNE– en un baluarte de nuestro sistema electoral. Aunque siempre perfectible, los peruanos hemos forjado la democracia electoral.
¿Pero se agota allí nuestra democracia? No. El resultado del domingo ha sido claro en este sentido: democracia también es igualdad de oportunidades para todos. La inclusión social y la equidad son el rostro de la dimensión económica de la democracia. Y como enseña la ONU, tampoco hay democracia en una sociedad que no garantiza el derecho a tener voz, identidad propia y la manera de ser y de contribuir única de cada uno de sus miembros, porque en democracia la dimensión social de nuestras interacciones es tan importante como la económica y política. No basta, pues, poder votar y contar con una economía en crecimiento, se requiere una cultura de respeto al otro y poder vernos como iguales en nuestra diversidad. Ello supone concebirnos como ciudadanos, sujetos de derechos y deberes, conscientes de compartir un destino y un espacio común. Y quizás esta sea nuestra gran tarea pendiente como sociedad: vernos unos a otros, reconocernos, respetarnos y tolerarnos unos a otros como iguales.
La gran mayoría de peruanos que se sienten olvidados nos han mandado un poderoso mensaje en algunos casos lleno de enojo, frustración y rabia: las cosas no están bien, nuestra sociedad está noqueada. Requerimos hoy más que nunca construir las bases de una sociedad más inclusiva, tolerante y justa. En democracia, ello solo se logra respetando la Constitución, actuando con integridad y valorando el crisol de nuestra diversidad.
FUENTE: http://blogs.elcomercio.pe/
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