Luis Gamero Russo, economista
Los representantes Demócratas y Republicanos del Congreso norteamericano lograron un consenso de última hora para evitar la cesación de pagos, pero el acuerdo fiscal resulta insuficiente, poco probable, e inoportuno. Veamos.
Resulta insuficiente porque, en una primera etapa, no se ataca la reforma tributaria (para aumentar la recaudación impositiva y la base tributaria), ni la reforma social (para evitar el incremento explosivo del gasto en seguridad social que se ve venir), justamente los dos aspectos más controversiales del debate bipartidista. Además, los recortes iniciales no son muy grandes (menos de US$ 1 trillón anual a partir de 2012), y aún en su segunda etapa se piensan recortar tan solo US$ 1.5 trillones más; lo que teóricamente avizora una reducción insuficiente del déficit fiscal y de la deuda pública en el mediano y largo plazo (se estiman al menos US$ 4 trillones de “ahorros netos” para que haya efecto alguno).
Pero si vemos el cuadro siguiente, notamos más bien que las barras suben todos los años; entonces el acuerdo entre republicanos y demócratas no recorta realmente el gasto, simplemente limita el crecimiento del mismo. Lo que significa que el gobierno federal gastará más dinero en cada uno de los siguientes 10 años.
La poca certeza en la concreción final del acuerdo radica en que, recién en una segunda etapa, se buscarán los resultados de una profundización del mismo y que dependerá de una comisión bipartidista del Congreso; la cual se abocará a tratar de lograr un consenso antes de Noviembre, sobre todo en las dos reformas cruciales: tributaria y social. Pero sus resultados no serán fáciles de conseguir, a pesar de que se ha incluido una cláusula automática de recortes forzosos de gastos y de aumentos tributarios si no llegan a un acuerdo consensuado. ¿Lograrán consenso o se aplicará la cláusula automática? La duda persiste dada la actual situación de antagonismo político entre los dos partidos y sus respectivas actitudes de rigidez para ceder y negociar de buena fe.
Finalmente, el acuerdo fiscal norteamericano llega en un momento muy inoportuno: cuando la recuperación económica de los EE.UU. está más débil que nunca, y los recortes fiscales, aunque insuficientes a mediano y largo plazo para reducir la deuda, podrían precipitar una segunda recesión en el corto plazo.
Después de revisar las cifras del primer trimestre de este año, vemos que el crecimiento económico norteamericano mostró un magro 0.4% anual, seguido de un exiguo 1.3% para el segundo trimestre. Se calcula que se necesitaría un crecimiento económico sostenido de 2.5% anual o más para que los EE.UU. puedan lograr reducir la relación estructural de su deuda con su PBI.
Pero a pesar de todo, el acuerdo fiscal era necesario, aún con sus defectos, pues dejaron pasar el tiempo temerariamente y el país estaba por estrellarse contra la pared. Y desafortunadamente, esta última circunstancia parece ser el catalizador inevitable de la resolución imperfecta de muchas crisis.
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