Pablo Stefanoni / Mariátegui
06/05/11
“Es una obscenidad asociar al liberalismo con la dictadura argentina”. Así respondió Mario Vargas Llosa a su entrevistador que, en el marco de la apertura de la Feria del Libro de Buenos Aires, le recordó que los liberales argentinos apoyaron a la genocida dictadura militar de Videla. Luego continuó con una serie de comentarios sobre el liberalismo y la libertad.
Como es sabido, el liberalismo nació como una ideología a favor de la autonomía de los individuos frente al poder despótico de los estados. Su último libro, El sueño del celta, es una expresión de ese “buen liberalismo”: constituye un alegato crudo y descarnado del colonialismo en África, la Amazonia gomera peruana e Irlanda; y la parábola del diplomático irlandés que va al Congo, entusiasmado con la misión civilizatoria del imperio británico –y belga-, y termina leyendo la propia realidad irlandesa como una nación oprimida por el imperio está muy bien lograda.
Pero no basta con citar a los teóricos del liberalismo (de la misma forma que no alcanza citar a Marx para explicar que el comunismo no tiene nada que ver con Stalin). El problema es que en la tensión entre democracia y libre empresa la mayoría de los liberales (como siempre, con honrosas excepciones) se muestra dispuesta a sacrificar a la primera. Vargas Llosa no sólo vino a Buenos Aires como escritor, sino también como simpatizante de la Sociedad Mount Pelerin, una suerte de think thank liberal creado en 1947 y que contaba entre sus referentes a los ultraliberales Milton Friedman y Friedrich von Hayek.
Al ser entrevistado por el diario Página/12, Vargas Llosa se enreda justamente en la mencionada tensión. Cuando los periodistas Martín Granovsky y Silvina Friera le recuerdan el apoyo de Friedman y Hayek a la dictadura de Pinochet, atina a responder: “No, no. Apoyaron la política económica, pensaron que la política económica era la buena, pero nunca apoyaron la dictadura de Pinochet, nunca apoyaron los crímenes, nunca apoyaron la desaparición de un Congreso, de elecciones libres. Nunca. Von Hayek ha defendido... Miren... No sé si han leído The Constitution of Liberty, un libro absolutamente fundamental en defensa de la cultura democrática y de la libertad económica a partir de la libertad política. Es el sustento fundamental de la idea de Von Hayek”.
Luego los periodistas le muestran dos cartas de agradecimiento de Friedman a Pinochet por haber aplicado sus recetas económicas' “Si Friedman y Von Hayek lo hicieron, se equivocaron. Cometieron una gravísima equivocación y hay que criticarlos por eso, porque ningún liberal debe apoyar una dictadura política. Y si lo hace se equivoca, y hay que criticarlo. Yo soy un liberal y nunca he apoyado una dictadura”, responde quien ya debería estar bien al tanto de esas posiciones. Dijo que es la primera vez que participa de una reunión de la Mount Pelerin y declaró estar “totalmente a favor de la libertad económica como un correlato de la libertad política”; es decir que no hay división entre libertad política y libertad económica. Concluyó que los liberales que defienden dictaduras no son liberales, y seguramente Vargas Llosa cree de verdad eso.
En la entrevista sorprende al acusar al premio Nobel de Economía Paul Krugman de “debilidades colectivistas”. Si la actual socialdemocracia descafeinada tiene esas debilidades, la acusación dice mucho del nivel de individualismo que propone el autor de Conversación en la Catedral y sus compañeros de ruta del Mount Pelerin. La autora de La rebelión del Atlas, la anarquista de derecha Ayn Rand, veía al mundo dividido entre “dos escuelas opuestas de filosofía, o dos actitudes opuestas hacia la vida: como forma breve de identificarlas, las llamaré el eje razón-individualismo-capitalismo versus el eje misticismo-altruismo-colectivismo”, decía en los años 60.
Pablo Stefanoni es periodista.
06/05/11
“Es una obscenidad asociar al liberalismo con la dictadura argentina”. Así respondió Mario Vargas Llosa a su entrevistador que, en el marco de la apertura de la Feria del Libro de Buenos Aires, le recordó que los liberales argentinos apoyaron a la genocida dictadura militar de Videla. Luego continuó con una serie de comentarios sobre el liberalismo y la libertad.
Como es sabido, el liberalismo nació como una ideología a favor de la autonomía de los individuos frente al poder despótico de los estados. Su último libro, El sueño del celta, es una expresión de ese “buen liberalismo”: constituye un alegato crudo y descarnado del colonialismo en África, la Amazonia gomera peruana e Irlanda; y la parábola del diplomático irlandés que va al Congo, entusiasmado con la misión civilizatoria del imperio británico –y belga-, y termina leyendo la propia realidad irlandesa como una nación oprimida por el imperio está muy bien lograda.
Pero no basta con citar a los teóricos del liberalismo (de la misma forma que no alcanza citar a Marx para explicar que el comunismo no tiene nada que ver con Stalin). El problema es que en la tensión entre democracia y libre empresa la mayoría de los liberales (como siempre, con honrosas excepciones) se muestra dispuesta a sacrificar a la primera. Vargas Llosa no sólo vino a Buenos Aires como escritor, sino también como simpatizante de la Sociedad Mount Pelerin, una suerte de think thank liberal creado en 1947 y que contaba entre sus referentes a los ultraliberales Milton Friedman y Friedrich von Hayek.
Al ser entrevistado por el diario Página/12, Vargas Llosa se enreda justamente en la mencionada tensión. Cuando los periodistas Martín Granovsky y Silvina Friera le recuerdan el apoyo de Friedman y Hayek a la dictadura de Pinochet, atina a responder: “No, no. Apoyaron la política económica, pensaron que la política económica era la buena, pero nunca apoyaron la dictadura de Pinochet, nunca apoyaron los crímenes, nunca apoyaron la desaparición de un Congreso, de elecciones libres. Nunca. Von Hayek ha defendido... Miren... No sé si han leído The Constitution of Liberty, un libro absolutamente fundamental en defensa de la cultura democrática y de la libertad económica a partir de la libertad política. Es el sustento fundamental de la idea de Von Hayek”.
Luego los periodistas le muestran dos cartas de agradecimiento de Friedman a Pinochet por haber aplicado sus recetas económicas' “Si Friedman y Von Hayek lo hicieron, se equivocaron. Cometieron una gravísima equivocación y hay que criticarlos por eso, porque ningún liberal debe apoyar una dictadura política. Y si lo hace se equivoca, y hay que criticarlo. Yo soy un liberal y nunca he apoyado una dictadura”, responde quien ya debería estar bien al tanto de esas posiciones. Dijo que es la primera vez que participa de una reunión de la Mount Pelerin y declaró estar “totalmente a favor de la libertad económica como un correlato de la libertad política”; es decir que no hay división entre libertad política y libertad económica. Concluyó que los liberales que defienden dictaduras no son liberales, y seguramente Vargas Llosa cree de verdad eso.
En la entrevista sorprende al acusar al premio Nobel de Economía Paul Krugman de “debilidades colectivistas”. Si la actual socialdemocracia descafeinada tiene esas debilidades, la acusación dice mucho del nivel de individualismo que propone el autor de Conversación en la Catedral y sus compañeros de ruta del Mount Pelerin. La autora de La rebelión del Atlas, la anarquista de derecha Ayn Rand, veía al mundo dividido entre “dos escuelas opuestas de filosofía, o dos actitudes opuestas hacia la vida: como forma breve de identificarlas, las llamaré el eje razón-individualismo-capitalismo versus el eje misticismo-altruismo-colectivismo”, decía en los años 60.
Pablo Stefanoni es periodista.
FUENTE: http://mariategui.blogspot.com/
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