Ken Levine, junto a otros personajes como Cliff Bleszinski (Gears of War), Evan Wells (Uncharted) o Jonathan Blow (Braid), es parte de la nueva cara de los videojuegos. Son ellos los que están innovando en la manera de contar una historia utilizando la interactividad que nos ofrece esta plataforma. Bioshock Infinite es una nueva muestra de hacia donde está apuntando la industria y un asomo de lo que está por venir en los próximos años.
Bioshock Infinite se desliga de Bioshock 1 y 2 y nos saca de Rapture -la ciudad submarina- y de la dualidad entre las Little Sisters y Big Daddy. En este juego nuestro guía será Brooker DeWitt, un joven agente que debe rescatar a una chica de su prisión en una ciudad en las nubes llamada Columbia.
El escenario es una pieza clave en el concepto del juego. Podremos deslizarnos por las guías aéreas que hay en la ciudad, saltar de una a otra y aterrizar en nuestro próximo desetino. En todo sentido, Columbia es la otra cara de Rapture. Deja las sombras por el brillo y el suspenso por la acción.
La saga de Bioshock suele mostrarnos los momentos más fuertes en pleno juego. Sin usar cinematics. Eso nos sumerge en la historia y crea una inmersión que es a lo que finalmente apunta un videojuego. El otro detalle es que la saga ha sabido combinar bien los momentos de acción con la calma. Los enfrentamientos no se dan uno tras otro como en un shooter cualquiera, sino que se van dando de a pocos, para que nosotros podamos notar la diferencia.
Bioshock Infinite sale todavía en el 2012. Es uno de los juegos que más me ha llamado la atención en las últimas semanas y ha hecho que me den ganas de volver a jugar el título original del 2007.
Ken Levine sobre Bioshock Infinite
GEEK GAMES, EL COMERCIO PERÚ
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