Sabía que los bebes prematuros necesitaban más cuidados que cualquier bebe nacido a tiempo, pero no que muchos de ellos tienen problemas de audición o de la vista o que de más grandecitos se les diagnostica déficit de atención o necesitan una terapia para mejorar su tono muscular.
La semana pasada, Andrea Castillo, mi compañera de trabajo, estuvo preparando un especial sobre este tema y me quedé asombrada de todo lo que me conto. No tenía idea de cuán difícil era mantenerlos a salvo ni de toda la atención que demandan de niños.
Andrea, que es una periodista muy acusiosa, entrevistó a médicos y padres de hijos prematuros y me contó muchas cosas muy interesantes, algunas no pudo publicar en su artículo por falta de espacio. Entre otras cosas, me dijo que esos bebes no tienen la fuerza suficiente para lactar de la madre, que mamar les demanda un gran esfuerzo y se quedan dormidos y agotados en el intento, por eso los alimentan por sonda, cosa que implica el riesgo de contraer infecciones y complicaciones que pueden afectar su desarrollo futuro.
Andrea escribió en su artículo del 7 de agosto (suplemento Mi Hogar, de El Comercio): “A mayor inmadurez, más riesgo del recién nacido de morir o de sobrevivir con alguna secuela sensorial o motora grave”.
Los prematuros extremos son aquellos que han nacidos antes de las 30 semanas de gestación (a las 40 se nace, por lo general). Como sus órganos no se han terminado de desarrollar, necesitan una vigilancia extrema de los médicos, por lo que no pueden salir del centro de salud ni salen de la incubadora.
¿Se imaginan un recién nacido que no puede estar con su madre todo el tiempo? Las clínicas y hospitales han pensado en esto y por eso permiten el ingreso de las mamás hasta el lugar mismo donde están los bebes, pero no es lo mismo que tener al bebe siempre con uno. Las caricias y el contacto cercano que tiene la madre con su hijo es suficiente para que el pequeño realice una serie de conexiones sinápticas importantísimas para su desarrollo.
Por otro lado, muchas veces el descanso post natal de la madre termina justo cuando al bebe se le da de alta y va a la casa. Las leyes no contemplan esos casos.
Por eso en Colombia se lleva a cabo el programa mamá canguro, que consiste en que la madre abrigue a su hijo prematuro con su propio cuerpo, cargándolo dentro de la blusa y ayudándose con una faja, en vez de dejarlo en la incubadora. Incluso así debe dormir con él, semisentada. Debe ser trabajosísimo, no hay duda, pero de esta manera se logra que la mamá y el niño establezcan un mejor vínculo afectivo, el niño pasa menos días hospitalizado y con menor riesgo de adquirir alguna infección intrahospitalaria grave. Y lo mejor es que el bebe ya no se priva de todo el amor de su madre y la dedicación que le da, no deja de escuchar los latidos de su corazón que durante meses lo acompañaron ni deja de oír su voz ni de sentirla con él, como debe ser.
Además, ser mamá canguro le da seguridad a la madre sobre los cuidados de su hijo, lo cual es fundamental. En nuestro país se ha visto a muchos prematuros dados de alta entrar a emergencia por un cuadro de pulmonía que no supieron prevenir.
Pero más allá de los cuidados del recién nacido, Andrea me contó de otros cuidados que requiere cuando entra a la niñez y que son básicos. Esto es lo que más me asombró. Resulta que los niños prematuros “necesitan un seguimiento médico multidisciplinario permanente para detectar y tratar cualquier déficit en su desarrollo. A los 10 años deben pasar una evaluación psicológica completa para descartar problemas de aprendizaje o de conducta (hiperactividad y autismo)”.
Estos chicos necesitan terapias físicas que mejoren su tono muscular, estimulación especial para su condición de prematuros, además hay que verificar que no tengan alterado el sentido de la audición o si tienen un trastorno de comunicación. Inclusive existe alguna asociación entre nacer prematuramente y tener hiperactividad, déficit de atención o autismo. Y si los padres no reciben una buena orientación o no tienen paciencia, pueden caer en la sobreprotección o en el maltrato.
Las causas de los nacimientos prematuros son varias, pero muchas de ellas se pueden evitar con un buen control del embarazo. A una embarazada con presión alta, por ejemplo, se le puede prolongar lo más posible el alumbramiento para que su bebe siga desarrollándose dentro del útero. Pero si nadie sabe que a la mujer se le ha subido la presión (porque no asiste a su control), es imposible ayudarla.
Antes de conversar con Andrea sobre su nota, no tenía idea todo lo que implica tener un hijo antes de tiempo. Recordé que mi hijo menor nació tres semanas antes de lo esperado (no es prematuro, felizmente), porque se me rompió la fuente antes de tiempo, no tenía contracciones y mientras que esperábamos a que estas llegaran para tener un parto natural, a él le empezó a dar taquicardia, por lo que tuvieron que operarme de inmediato (la anestesia no me hizo efecto, así que fue dolorosísimo, pero no me explayo más, porque eso daría para otro tema). El hecho es que recién entonces valoré muchísimo el hecho de que mis dos hijos no hayan nacido prematuramente, aunque Gabriel estuvo cerca de hacerlo. Y valoré también, inmensamente, a esas madres de las que me habló Andrea, tan entregadas al bienestar de sus pequeños, tan esforzadas y pacientes, merecedoras de todo el apoyo que se les pueda dar; no solo moral, sino también institucional y económico, porque hacer el seguimiento del desarrollo de un hijo prematuro e incluso llevarlo a terapias es costosísimo en nuestro medio. En los países más desarrollados estos casos reciben apoyo del Estado. Quién sabe si un día lleguemos a esa situación… ojalá.
Andrea, que es una periodista muy acusiosa, entrevistó a médicos y padres de hijos prematuros y me contó muchas cosas muy interesantes, algunas no pudo publicar en su artículo por falta de espacio. Entre otras cosas, me dijo que esos bebes no tienen la fuerza suficiente para lactar de la madre, que mamar les demanda un gran esfuerzo y se quedan dormidos y agotados en el intento, por eso los alimentan por sonda, cosa que implica el riesgo de contraer infecciones y complicaciones que pueden afectar su desarrollo futuro.
Andrea escribió en su artículo del 7 de agosto (suplemento Mi Hogar, de El Comercio): “A mayor inmadurez, más riesgo del recién nacido de morir o de sobrevivir con alguna secuela sensorial o motora grave”.
Los prematuros extremos son aquellos que han nacidos antes de las 30 semanas de gestación (a las 40 se nace, por lo general). Como sus órganos no se han terminado de desarrollar, necesitan una vigilancia extrema de los médicos, por lo que no pueden salir del centro de salud ni salen de la incubadora.
¿Se imaginan un recién nacido que no puede estar con su madre todo el tiempo? Las clínicas y hospitales han pensado en esto y por eso permiten el ingreso de las mamás hasta el lugar mismo donde están los bebes, pero no es lo mismo que tener al bebe siempre con uno. Las caricias y el contacto cercano que tiene la madre con su hijo es suficiente para que el pequeño realice una serie de conexiones sinápticas importantísimas para su desarrollo.
Por otro lado, muchas veces el descanso post natal de la madre termina justo cuando al bebe se le da de alta y va a la casa. Las leyes no contemplan esos casos.
Por eso en Colombia se lleva a cabo el programa mamá canguro, que consiste en que la madre abrigue a su hijo prematuro con su propio cuerpo, cargándolo dentro de la blusa y ayudándose con una faja, en vez de dejarlo en la incubadora. Incluso así debe dormir con él, semisentada. Debe ser trabajosísimo, no hay duda, pero de esta manera se logra que la mamá y el niño establezcan un mejor vínculo afectivo, el niño pasa menos días hospitalizado y con menor riesgo de adquirir alguna infección intrahospitalaria grave. Y lo mejor es que el bebe ya no se priva de todo el amor de su madre y la dedicación que le da, no deja de escuchar los latidos de su corazón que durante meses lo acompañaron ni deja de oír su voz ni de sentirla con él, como debe ser.
Además, ser mamá canguro le da seguridad a la madre sobre los cuidados de su hijo, lo cual es fundamental. En nuestro país se ha visto a muchos prematuros dados de alta entrar a emergencia por un cuadro de pulmonía que no supieron prevenir.
Pero más allá de los cuidados del recién nacido, Andrea me contó de otros cuidados que requiere cuando entra a la niñez y que son básicos. Esto es lo que más me asombró. Resulta que los niños prematuros “necesitan un seguimiento médico multidisciplinario permanente para detectar y tratar cualquier déficit en su desarrollo. A los 10 años deben pasar una evaluación psicológica completa para descartar problemas de aprendizaje o de conducta (hiperactividad y autismo)”.
Estos chicos necesitan terapias físicas que mejoren su tono muscular, estimulación especial para su condición de prematuros, además hay que verificar que no tengan alterado el sentido de la audición o si tienen un trastorno de comunicación. Inclusive existe alguna asociación entre nacer prematuramente y tener hiperactividad, déficit de atención o autismo. Y si los padres no reciben una buena orientación o no tienen paciencia, pueden caer en la sobreprotección o en el maltrato.
Las causas de los nacimientos prematuros son varias, pero muchas de ellas se pueden evitar con un buen control del embarazo. A una embarazada con presión alta, por ejemplo, se le puede prolongar lo más posible el alumbramiento para que su bebe siga desarrollándose dentro del útero. Pero si nadie sabe que a la mujer se le ha subido la presión (porque no asiste a su control), es imposible ayudarla.
Antes de conversar con Andrea sobre su nota, no tenía idea todo lo que implica tener un hijo antes de tiempo. Recordé que mi hijo menor nació tres semanas antes de lo esperado (no es prematuro, felizmente), porque se me rompió la fuente antes de tiempo, no tenía contracciones y mientras que esperábamos a que estas llegaran para tener un parto natural, a él le empezó a dar taquicardia, por lo que tuvieron que operarme de inmediato (la anestesia no me hizo efecto, así que fue dolorosísimo, pero no me explayo más, porque eso daría para otro tema). El hecho es que recién entonces valoré muchísimo el hecho de que mis dos hijos no hayan nacido prematuramente, aunque Gabriel estuvo cerca de hacerlo. Y valoré también, inmensamente, a esas madres de las que me habló Andrea, tan entregadas al bienestar de sus pequeños, tan esforzadas y pacientes, merecedoras de todo el apoyo que se les pueda dar; no solo moral, sino también institucional y económico, porque hacer el seguimiento del desarrollo de un hijo prematuro e incluso llevarlo a terapias es costosísimo en nuestro medio. En los países más desarrollados estos casos reciben apoyo del Estado. Quién sabe si un día lleguemos a esa situación… ojalá.
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