Son el paraíso para quienes no conciben otras vacaciones que no sean junto al mar y pisando arena, destinos donde se multiplican palmeras lánguidas y el sol es una constante.
Phang Na (Tailandia)
Un laberinto rocoso se adentra en las aguas del mar de Andaman, al sur del país. Las crestas montañosas emergen en las aguas, tapizadas de verde. El área sobre la bahía es el Ao Phangnga National Park y desde Phuket parten a diario cruceros para recorrer la zona, ideal para el submarinismo.
Muchas de las islas están deshabitadas e invitan a vivir una experiencia a lo Robinson Crussoe en esta suerte de manglar marítimo. Una de ellas fue escenario de la película El hombre de la pistola de oro, de la saga de James Bond que, por supuesto, lleva el nombre del famoso agente secreto inglés.
Whitehaven Beach (Australia)
En el corazón de la barrera de coral esta playa es, según los mismos australianos, el mejor sitio del archipiélago de las Whitsundays Island. Uno puede quedarse allí toda la vida o bien sumarse a la experiencia que ofrecen los barcos y los ferries de lujo que llegan a diario a pasar aquí el día.
Seis kilómetros de arena tan blanca que enceguece bordean un mar de aguas profundamente turquesas. En el extremo norte, la costa se adentra formando una increíble bahía conocida como Hill Inlet.
Aventurarse a un rafting en el océano o sumarse al sea kayaking son propuestas para los que buscan combinar momentos románticos con acción que tenga su pizca de (infaltable) adrenalina.
Tulum (México)
Sobre un acantilado, la enigmática ciudad amurallada de los mayas, Tulum, custodia una extensa ribera sobre el mar Caribe. Playas de arena blanquísima y aguas increíblemente turquesas invitan a una larga estadía bajo el sol.
Ubicado justo frente al Arrecife Mesoamericano -la segunda barrera coralina más grande del mundo-, este destino es también un parque natural que seduce a los amantes del buceo y del snorkel.
No todo aquí es vida de playa; una buena alternativa es visitar los sitios arqueológicos de Cobá y Muyil, muy cerca, y sumar una escapada a Chichén-Itzá.
Mauritius (África Oriental)
Holandeses, franceses e ingleses se apropiaron de esta isla verde y escarpada, y desde 1968 es una república independiente. La habitan hindúes (67%), criollos, chinos, musulmanes y europeos cristianos y protestantes. Además de caña de azúcar, aquí cultivan Ylang Ylang para obtener una exquisita, aromática esencia.
Mauritius queda al este de Madagascar, rodeada de arrecifes que encierran aguas turquesas y calmas, como las del norte, en Pereybere, y las de Belle Mare, donde se instalaron los resorts más refinados. Las de Blue Bay, Roches Noires, Grand Bay, Le Morne, Flic en Flac... se añaden hasta completar un circuito de 330 km.
Anguilla (Antillas Menores)
Convertida en un destino de lujo, esta pequeña isla de pasado británico hoy es dominio de villas residenciales y unos pocos resorts del más alto nivel; instalarse en ellos es la única manera de acercarse a este excluyente refugio caribeño.
Son 33 las playas (la de Bahía Rendezvous es una de las mejores) que aparecen sobre la costa de arena pálida, apenas lamida por un mar translúcido de tonos preciosos.
En Valley, la capital, el desorganizado caserío le resta encanto a los pocos vestigios coloniales que aún perduran; el toque pintoresco lo ponen las cabras sueltas por las callecitas con que el viajero suele toparse. En los bares suena el reggae.
El Nido (Filipinas)
Hacia el Oeste, una sucesión infinita de islas desaparece en el Mar de la China: es el archipiélago de Palawan. El lugar donde, entreverado con esos pequeños retazos de piedra caliza que emergen entre las olas con playas de arena blanca hecha de polvo de algas, se guarda El Nido.
El mar es de aguas transparentes y deja ver las formaciones de coral de diferentes tonos, peces multicolores y un jardín de plantas acuáticas. Hacia el interior, la geografía abunda en ríos subterráneos, cuevas y una verdísima selva tropical.
Aquí, los pescadores usan telares de bambú para materializar el nipiz, una delicada tela hecha con el hilo de la bromelia anasasa o el tallo del plátano.
Los Roques (Venezuela)
Mirar el mapa cada mañana y elegir uno de los tantos cayos y atolones donde gastar las horas a solas con el mar y el sol es lo que hacen quienes visitan este parque nacional a 30 minutos de vuelo de Caracas.
Son más de 300 islas coralinas y sólo cuatro están habitadas. Gran Roque, la capital, concentra todos los servicios. Desde allí se sale en lancha hacia el islote elegido, donde se es "abandonado" con sombrilla y heladera y vuelto a recoger a una hora convenida. La otra forma de recorrer el archipiélago es en barco, un placer mayúsculo que no cuesta más caro que el de vivir en Gran Roque.
Playa de las estrellas (Panamá)
Nadar bajo el sol tiene un encanto especial. Se trata de un hábitat de aguas poco profundas y oleaje sereno, y en el fondo se aprecian enormes estrellas de mar rojas, amarillas y anaranjadas. Estos particulares seres marinos, que aquí se cuentan por decenas, son el verdadero motivo de atracción de los visitantes que se aplican a descubrirlas con sólo mirar a través de las aguas verde-azules del mar que rodea la isla Colón, una de las tantas que forman el archipiélago de Bocas del Toro.
En el resto de la isla, bosques, ríos, arroyos y pantanos se alternan con los arrecifes coralinos de la costa y los exuberantes manglares.
Itacaré (Brasil)
Años atrás, la zona era tierra de fazendas dedicadas al cacao; después, cuando todo se acabó, el sitio se reconvirtió lentamente. Hoy, esas grandes áreas entre morros habitadas por palmerales se convirtieron en el destino de los buscadores de nuevos "paraísos".
Las mejores playas: Itacarezinho, ideal para surfear. Prainha, encerrada entre dos morros y rodeada de un increíble cocoteral, es de las más lindas de todo el país; llegar cuesta, pero vale el esfuerzo. En Havaizinho uno se siente como en una isla desierta y en Jeribucaçu la marea baja forma una laguna enorme y transparente como un apéndice del mar.
Seychelles (África oriental)
Paraíso de selvas y playas soñadas, este archipiélago es un destino exótico y exclusivo al norte de la isla de Madagascar, en el océano Índico. El sitio tiene además el sabor de la mixtura cultural que sobre los locales dejaron las sucesivas colonizaciones. Aquí es común escuchar hablar en creóle, francés o inglés.
Mahe, la capital, tiene 70 playas, pero la mayoría de los resorts se agrupa hacia el norte sobre la zona de Beau Vallon. Praslin, otra de las islas, es destino para los amantes del snorkeling; su corazón encierra un atractivo extra: Valle de Mayo, un jardín botánico natural y patrimonio de la Unesco.
Phang Na (Tailandia)
Un laberinto rocoso se adentra en las aguas del mar de Andaman, al sur del país. Las crestas montañosas emergen en las aguas, tapizadas de verde. El área sobre la bahía es el Ao Phangnga National Park y desde Phuket parten a diario cruceros para recorrer la zona, ideal para el submarinismo.
Muchas de las islas están deshabitadas e invitan a vivir una experiencia a lo Robinson Crussoe en esta suerte de manglar marítimo. Una de ellas fue escenario de la película El hombre de la pistola de oro, de la saga de James Bond que, por supuesto, lleva el nombre del famoso agente secreto inglés.
Whitehaven Beach (Australia)
En el corazón de la barrera de coral esta playa es, según los mismos australianos, el mejor sitio del archipiélago de las Whitsundays Island. Uno puede quedarse allí toda la vida o bien sumarse a la experiencia que ofrecen los barcos y los ferries de lujo que llegan a diario a pasar aquí el día.
Seis kilómetros de arena tan blanca que enceguece bordean un mar de aguas profundamente turquesas. En el extremo norte, la costa se adentra formando una increíble bahía conocida como Hill Inlet.
Aventurarse a un rafting en el océano o sumarse al sea kayaking son propuestas para los que buscan combinar momentos románticos con acción que tenga su pizca de (infaltable) adrenalina.
Tulum (México)
Sobre un acantilado, la enigmática ciudad amurallada de los mayas, Tulum, custodia una extensa ribera sobre el mar Caribe. Playas de arena blanquísima y aguas increíblemente turquesas invitan a una larga estadía bajo el sol.
Ubicado justo frente al Arrecife Mesoamericano -la segunda barrera coralina más grande del mundo-, este destino es también un parque natural que seduce a los amantes del buceo y del snorkel.
No todo aquí es vida de playa; una buena alternativa es visitar los sitios arqueológicos de Cobá y Muyil, muy cerca, y sumar una escapada a Chichén-Itzá.
Mauritius (África Oriental)
Holandeses, franceses e ingleses se apropiaron de esta isla verde y escarpada, y desde 1968 es una república independiente. La habitan hindúes (67%), criollos, chinos, musulmanes y europeos cristianos y protestantes. Además de caña de azúcar, aquí cultivan Ylang Ylang para obtener una exquisita, aromática esencia.
Mauritius queda al este de Madagascar, rodeada de arrecifes que encierran aguas turquesas y calmas, como las del norte, en Pereybere, y las de Belle Mare, donde se instalaron los resorts más refinados. Las de Blue Bay, Roches Noires, Grand Bay, Le Morne, Flic en Flac... se añaden hasta completar un circuito de 330 km.
Anguilla (Antillas Menores)
Convertida en un destino de lujo, esta pequeña isla de pasado británico hoy es dominio de villas residenciales y unos pocos resorts del más alto nivel; instalarse en ellos es la única manera de acercarse a este excluyente refugio caribeño.
Son 33 las playas (la de Bahía Rendezvous es una de las mejores) que aparecen sobre la costa de arena pálida, apenas lamida por un mar translúcido de tonos preciosos.
En Valley, la capital, el desorganizado caserío le resta encanto a los pocos vestigios coloniales que aún perduran; el toque pintoresco lo ponen las cabras sueltas por las callecitas con que el viajero suele toparse. En los bares suena el reggae.
El Nido (Filipinas)
Hacia el Oeste, una sucesión infinita de islas desaparece en el Mar de la China: es el archipiélago de Palawan. El lugar donde, entreverado con esos pequeños retazos de piedra caliza que emergen entre las olas con playas de arena blanca hecha de polvo de algas, se guarda El Nido.
El mar es de aguas transparentes y deja ver las formaciones de coral de diferentes tonos, peces multicolores y un jardín de plantas acuáticas. Hacia el interior, la geografía abunda en ríos subterráneos, cuevas y una verdísima selva tropical.
Aquí, los pescadores usan telares de bambú para materializar el nipiz, una delicada tela hecha con el hilo de la bromelia anasasa o el tallo del plátano.
Los Roques (Venezuela)
Mirar el mapa cada mañana y elegir uno de los tantos cayos y atolones donde gastar las horas a solas con el mar y el sol es lo que hacen quienes visitan este parque nacional a 30 minutos de vuelo de Caracas.
Son más de 300 islas coralinas y sólo cuatro están habitadas. Gran Roque, la capital, concentra todos los servicios. Desde allí se sale en lancha hacia el islote elegido, donde se es "abandonado" con sombrilla y heladera y vuelto a recoger a una hora convenida. La otra forma de recorrer el archipiélago es en barco, un placer mayúsculo que no cuesta más caro que el de vivir en Gran Roque.
Playa de las estrellas (Panamá)
Nadar bajo el sol tiene un encanto especial. Se trata de un hábitat de aguas poco profundas y oleaje sereno, y en el fondo se aprecian enormes estrellas de mar rojas, amarillas y anaranjadas. Estos particulares seres marinos, que aquí se cuentan por decenas, son el verdadero motivo de atracción de los visitantes que se aplican a descubrirlas con sólo mirar a través de las aguas verde-azules del mar que rodea la isla Colón, una de las tantas que forman el archipiélago de Bocas del Toro.
En el resto de la isla, bosques, ríos, arroyos y pantanos se alternan con los arrecifes coralinos de la costa y los exuberantes manglares.
Itacaré (Brasil)
Años atrás, la zona era tierra de fazendas dedicadas al cacao; después, cuando todo se acabó, el sitio se reconvirtió lentamente. Hoy, esas grandes áreas entre morros habitadas por palmerales se convirtieron en el destino de los buscadores de nuevos "paraísos".
Las mejores playas: Itacarezinho, ideal para surfear. Prainha, encerrada entre dos morros y rodeada de un increíble cocoteral, es de las más lindas de todo el país; llegar cuesta, pero vale el esfuerzo. En Havaizinho uno se siente como en una isla desierta y en Jeribucaçu la marea baja forma una laguna enorme y transparente como un apéndice del mar.
Seychelles (África oriental)
Paraíso de selvas y playas soñadas, este archipiélago es un destino exótico y exclusivo al norte de la isla de Madagascar, en el océano Índico. El sitio tiene además el sabor de la mixtura cultural que sobre los locales dejaron las sucesivas colonizaciones. Aquí es común escuchar hablar en creóle, francés o inglés.
Mahe, la capital, tiene 70 playas, pero la mayoría de los resorts se agrupa hacia el norte sobre la zona de Beau Vallon. Praslin, otra de las islas, es destino para los amantes del snorkeling; su corazón encierra un atractivo extra: Valle de Mayo, un jardín botánico natural y patrimonio de la Unesco.
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