La pasión pelotera en el Perú es pariente natural de la astrología: casi siempre los lectores de cartas resultan más acertados que los comentaristas deportivos y no hay que pasar por alto el hecho de que el único hombre capaz de levantar nuestros bonos responde al cariñoso apelativo de El Mago. Así las cosas, no es extraño que, ajustando nuestros niveles de bipolaridad anímica, nos proyectemos a debutar en canchas instaladas fuera de la órbita terrestre. Y ojo que esta no es otra nigromancia de los especialistas en aplacar a la hinchada: resulta que un equipo de físicos ya hizo los cálculos de lo que tomaría organizar un campeonato mundial digno del Supercholo.
En febrero pasado, por los días en que El Mago Markarián ajustaba la lista de convocados para la Copa América, tres estudiantes de la Universidad de Leicester publicaron una investigación cuyo título bien podía parecer otra promesa del gobierno aprista: “Una asociación de fútbol en Marte”. “A través de la historia, la humanidad ha practicado deportes con el objeto de fortalecer el carácter, hacer ejercicios o simplemente por placer. También se ha argumentado que el deporte juega un rol en la lubricación de las estructuras sociales de la humanidad. Y el fútbol asociado […] es el deporte más visto por televidentes en todo el mundo. Por lo tanto, si la meta de la humanidad es dejar el planeta Tierra, ¿Cómo se vería afectado el ‘deporte rey’ por las distintas condiciones físicas implicadas?”, refieren C. J. Meredith, D. Boulderstone y S. Clapton, del Departamento de Física y Astronomía de la citada casa de estudios, sobre la motivación de su trabajo.
El resultado tendría que ser celebrado desde las canchas de La Paz hasta el desierto de Gobi. “Se ha encontrado que las distintas condiciones alterarían el juego, pero sería posible practicarlo de una manera familiar, ligeramente distinta”.
Para la investigación, los autores consideraron factores físicos de Marte como la masa del planeta y el nivel de aceleración relacionada a su escasa gravedad. “Esto es una diferencia sustancial (respecto a la Tierra) para un deporte fuertemente basado en la trayectoria de masas esféricas”, refiere el informe. También se consideró la temperatura y la presión en superficie, dos factores que pueden afectar la trayectoria de la pelota.
“Una preocupación adicional es la calidad de la luz disponible para el juego. En la Tierra, los niveles de luz suelen ser del orden de los 10.000 lux en un día promedio. En Marte esos niveles se reducen a la mitad. Esta luz es difusa y no directa. La Asociación Inglesa de Fútbol recomienda al menos 500 lux de iluminación directa. Esto significa que en un día marciano normal habrá niveles adecuados de luz, pero se debería recomendar el uso de iluminación artificial”. La idea es evitar imprevistos: una tormenta de arena, de las que no faltan por allá, reduciría la claridad a 50 lux.
Si alguna vez llegamos a mandar una selección a Marte, habrá que considerar un un segundo criterio, no menos importante que el anterior: la fuerza de los jugadores. En Marte los taponazos se desplazarían a una velocidad cuatro veces mayor que en nuestro planeta. Quiere decir que si, de acuerdo a los especialistas en la biomecánica del fútbol, un jugador profesional suele patear balones a una velocidad de entre 87 y 95 kilómetros por hora, en el planeta rojo esos mismos tiros irían tan rápido como un tren bala japonés. Un factor nada despreciable si se tiene en cuenta el caso de cracks como el brasileño Roberto Carlos, un tipo que pateaba como si en lugar de chimpunes usara borceguíes: en 1997 reventó la malla de Francia con un tiro de 122 kilómetros por hora que se recuerda como una de sus “bombas inteligentes”.
A diferencia de este caso, la reducida gravedad y la falta de resistencia del aire impedirían a los peloteros galácticos aplicar tiros en curva, uno de los efectos más apreciados en este deporte.
El trío de físicos plantea algunas medidas correctivas que deberían ser anotadas por los técnicos que se proyectan al futuro. Para empezar, los jugadores solo tendrían que reducir la fuerza que aplican a la pelota. “Esto despertará críticas en el sentido de que reducirá la velocidad del juego, pero hará que el fútbol se parezca a como se juega en la Tierra”, dicen los investigadores. “Otra solución es aumentar el tamaño del terreno de juego para acomodarlo a grandes distancias, mientras que el movimiento en la superficie debería ser más rápido. Esto podría ralentizar la dinámica del deporte y convertirlo en un espectáculo difícil de apreciar. Ambas soluciones requieren diferentes habilidades atléticas”.
A pesar de los inconvenientes, no hay como un físico para inyectar de optimismo el agobiante medio futbolístico. “Todos los problemas, a excepción de la trayectoria debida a la escasa gravedad, pueden ser resueltos si se juega fútbol en una arena especial, aunque uno de los grandes atractivos de este deporte sea la posibilidad de jugarlo en cualquier parte”.
Queda claro que pronto necesitaremos especialistas en física como parte de los cuerpos técnicos de cada selección y comentaristas deportivos que sepan de matemáticas. Si los tentáculos de Joseph Blatter y compañía alcanzaran ribetes galácticos, hasta es posible que la temporada de fichajes futbolísticos empiece la noche en que se entreguen los premios Nobel.
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Aquí la "bomba inteligente" de Roberto Carlos, que sería imposible en Marte.
FUENTE: http://blogs.elcomercio.pe/elclubdeloinsolito/