Los primeros segundos del reciente sismo sufrido por
Nueva York, el último 23 de agosto, dispararon en el inconsciente de millares de neoyorquinos el fantasma de un nuevo ataque terrorista. “Lo primero que vino a sus mentes fue ‘Oh, por Dios, ¿hay otro atentado, qué pasa?’”, dijo a la AFP el dr. Jacob Ham, del programa Curando Emociones y Logrando Resiliencia a Estrés Traumático, del Centro Médico Beth Israel y el Centro Hospitalario Roosevelt, en la Gran Manzana.
Y es que a diez años del
ataque y tras una masiva y lamentable incursión bélica en el Medio Oriente, no es posible para un país —mucho menos para una urbe— superar en algo o del todo lo que significó el 11 de setiembre de 2001 en sus vidas, aun cuando no se hayan visto directamente afectados.
De hecho, el tema es tan sensible aún que parte de ello reside en que cuesta (y se cuestionan) las expresiones de burla o sarcasmo que tengan que ver con el incidente. Más allá de que alguna melodramática y olvidable película con absurdas referencias a la tragedia (
“Remember me”, con el insufrible Robert Pattinson) o que incluso algún fabricante de golosinas se haya esforzado en regalar
juguetitos inspirados en el ataque, hasta la
burda representación de la Zona Cero en un videojuego (el “Pokemon Black and White” para Nintendo DS) hayan salido al mercado con el mayor desparpajo; lo cierto es que no deja de llamar la atención cómo el pueblo estadounidense ha lidiado con el tema en libros, películas, series de televisión y hasta cómics.
EN LA PANTALLA GRANDE
Los filmes más conocidos que abordan directamente el tema son
“United 93” y
“World Trade Center”. El primero es una ficción sobre el drama vivido a bordo del Boeing 757 de United Airlines, una de las cuatro aeronaves secuestradas por los terroristas de Al Qaeda ese día, misma que salió de New Jersey con rumbo a Pennsylvania; cuando los pasajeros se enteraron de los ataques a las Torres Gemelas, en pleno vuelo decidieron recuperar el control del avión, pero acabaron estrellándose antes de llegar al Capitolio (Washington), el supuesto objetivo. Todos murieron.
“World Trade Center”, por su parte, es un largometraje (con Nicholas Cage) del aclamado Oliver Stone, en que se narra la historia de socorristas que acuden al lugar del atentado y se ven atrapados bajo toneladas de escombros y enfrentados a sus dramas personales.
Más allá de una tibia recepción de la crítica, ambas cintas del 2006 recaudaron menos de US$250 millones de dólares a nivel mundial. O sea, el mensaje del público era: No queremos volver a ver una historia que ya sabemos acaba mal. De Hollywood se espera finales felices y el 11 de setiembre es terreno estéril para ello.
EN LA TV
El departamento de Salud de Nueva York proyecta que 61,000 de las 409,000 personas que estuvieron en el lugar cuando sucedieron los ataques probablemente experimentaron estrés post traumático en los primeros seis años luego del atentado.
Quizá la plasticidad y mayor liviandad del formato televisivo haya podido ser un lenguaje más afortunado para enfrentar el tema. Y aunque los Simpsons no han tenido un episodio sobre el tema, sí ha habido referencias al mismo en las irreverentes “South Park” y “Family Guy” y hasta en la fantástica “Fringe”. Pero sin duda el que abrió el camino fue
“The West Wing”, la serie sobre los tejes y manejes en la Oficina Oval, que a casi tres semanas del atentado, en el arranque de su tercera temporada, tuvo un capítulo sobre el racismo, la paranoia post atentado y la lucha contra el terrorismo islámico.
Con más ahínco lo hizo
“Rescue me”, que gira sobre un ficticio equipo de socorristas y bomberos en Nueva York y cómo su líder Tommy Gavin junto a su familia lidia con los eventos del 11 de setiembre y el estrés que les ha causado, junto a pérdidas personales que los dejaron devastados. La serie se estrenó en 2004 y acabó justo ayer.
Dramáticamente, la guerra posterior al 11/9 ha sido explotada por guionistas y directores de cine televisión. Aun así, ello no garantiza el éxito; prueba de ello, la celebrada “Hurt Locker”, sobre un equipo que desactiva bombas terroristas en las calles de Bagdad; más aun series como “Sleep cell”, sobre un agente de inteligencia encubierto —estadounidense pero con ascendencia árabe— que se interna en una célula terrorista.
Kamran Pasha, guionista musulmán afincado en Hollywood, citado por Reuters, afirma que el gran cine viene cambiando paradigmas sobre el tema; el mismo artículo recoge las declaraciones de crítica de cine Claudia Puig, quien más bien precisa que los estereotipos se han intercambiado, villanos musulmanes ahora son latinos o rusos (como en los ochentas bajo la sombra de la Guerra Fría).
El documental
“Fahrenheit 9/11”, del polémico Michael Moore, es quizá una de las muestras más frías sobre la inacción, falta de reacción e incongruencias en la versión oficial que el gobierno estadounidense dio sobre el relato. Y aunque con un evidente sesgo evidente anti-Bush intenta reconstruir el episodio y sus secuelas, así como una oleada de libros sobres las teorías conspirativas del tema que en sí podrían constituir un género literario propio. Un relato oscuro y lleno de sombras que aún hoy es poco claro y difícil de asumir por millones.
DIARIO EL COMERCIO