domingo, 7 de agosto de 2011

Peruanos en el extranjero: crónica de un regreso anunciado


Este retorno comenzó hace un par de meses. Después de tanto pensar en precios y fechas, las ganas de volver me vencieron y desde ese día, cada vez que cerraba los ojos imaginaba el Jorge Chávez, recibiéndome... el dia del cumpleaños de mi Perú.
Hace 10 meses que me despedí de los que más quería, entre lágrimas de unos y criticas de otros tomé un avión con las maletas cargadas de esperanza. ¿El motivo del viaje? Mi independencia. ¿La razón? Un máster y el plus que una carrrera como la mía necesita y por ende, el plus que necesitaba yo.
Los dos meses de espera (para regresar) pasaron entre clases y exámenes, con el comienzo de un verano italiano tan abrumador como el invierno que pasó. Comencé la travesía dejando la linda Bologna. Un par de horas me separaban del gigante de Europa, el Madrid Barajas. Recuerdo el año pasado cuando llegué al aeropuerto; me perdí. Este año tuve la oportunidad de pasear por sus cuatro terminales, porque pasé la noche ahí. Al mediodía siguiente tomé un avión Iberia repleto de latinos que no veían hace muchos años a sus familias, que tenías tantas ansias como yo de volver a ver a su patria. Después de todos los controles colombianos (que son demasiados) se desató mi impaciencia, no veía la hora de llegar. Hice una escala de tres horas. A las 11 p.m. por fin llegaría a mi tierra, pero dos horas de retraso me hicieron prometer que nunca más me subiría a un avión de Lan.
A la hora de abordar encontré los periódicos nacionales. Puede parecer tonto, ¡pero qué emoción! Cuando la aeromoza comenzó a decir: "Buenas noches, estamos llegando al Aeropuerto Jorge Chávez de la ciudad de Lima", mis lágrimas comenzaron a salir. ¡Estaba en casa! Después de tantas noches de soledad, por fin estaba de vuelta. No importaron los dos días de viaje, ni las escalas, ni el cansancio.
Pasé migraciones y aduanas a la velocidad de la luz. Cuando comencé a salir el aeropuerto estaba repleto, lleno de familias, que, como la mía, esperaban a un ser querido. Se podía sentir la emoción y la esperanza de ver con bien a quien partió un tiempo atrás.
Continuaba pensando mientras caminaba hasta que escuché la voz de mi mamá quebrada por el llanto. La espera había terminado. Por fin había vuelto. Me confundí en abrazos con mi familia y mis amigos, que me esperaban a la 1am del 29 de Julio en el frío Callao. Pensaba que por fin ese día dormiría en mi cama, pero no fue así.
La bienvenida apenas comenzaba. Celebramos una gran fiesta en casa, con todos mis amigos, los de siempre, los que jamás se olvidaron de mí, los que me echaron de menos tanto como yo a ellos. Estaban en mi casa otra vez, en una fiesta hasta el día siguiente. Me sentí completa otra vez y aunque solo vine por las vacaciones ya no me quiero mover de aquí.
Luz Antuanet Adanaqué Infante
fuente: 
http://blogs.elcomercio.pe/yotambienmellamoperu/

No hay comentarios:

Publicar un comentario